jueves, 11 de julio de 2013

NUESTRA OPINIÓN. EL BULEVAR DE LA VIDA CHANTAL

POR: YACO M MENDOZA. Chantal no es un desastre natural sino una tragedia social.
Que llueva mucho... demasiado, no debería pasar de ser un drama económico menor por la pérdida de cuatro fincas de plátanos en Tamayo, que el viento, -como en el Sur de los gringos-, ay, el tiempo se llevó.
Chantal no es un desastre natural sino un striptease social que aterriza a los dominicanos en su realidad más verdadera, vergonzosa y vergonzante. 

Y ahí andan los refugiados, damnificados. Serán algo más de siete mil almas. 
Pero Chantal no crea damnificados, refugiados, sino que los hace visibles, nos recuerda que, como el sur, ay, el sur, ellos también existen, estaban ahí mucho antes de estos aguaceros. Ellos son los restos del desarrollo insolidario de una sociedad ciega en sus posesiones, o como canta RenéCalle13: Ellos son “algo que existe, que parece de mentira, algo sin vida pero que respira”; ellos representan los “ daños colaterales” del tipo de sociedad que entre todos nos hemos montado, y cuya característica más palpable no es la pobreza ni la riqueza sino la desigualdad, el abismo entre ambos, y todo esto sin tomar en cuenta que al final de los finales (solo al final de los finales) entenderemos que no valía la pena dejar de ser por tener, olvidar lo principal, ay, que la mayor de las derrotas es ser vencido por uno mismo.
Es importante tener bienes pero sin que ellos te tengan a ti. Por algo, desde Quevedo o Sabina se aconseja no ser tan pobre que solo se tenga dinero.  
Chantal y sus pobres son clarinada de atención para todos los que creemos que es posible ir de feliz por la vida rodeado de marginados y olvidados, justo en en un país donde en la intersección de las avenidas 27F y Lincoln nos encontramos todos, luciendo Carter, exhibiendo un Mercedes o vendiendo un cachorro.  
Atención, señores del capital y el poder político, observen una vez más su verdadero país: Chantal se lo ha traído a los telediarios, lo ha presentado en sociedad pero no "arregladito para ir de boda”, como canta Serrat, sino desaliñado y vencido como quien se marcha a buscar la muerte. Y a todos debería atemorizarnos la advertencia de don Pedro, o sea, “las ganas de morirse” que a veces le entran a estos pueblos... “porque van muchos años....” 

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