SAN JOSÉ. El periodista Carlos Alvarado asume el poder este martes en Costa Rica como uno de los presidentes más jóvenes del país, al frente de un gobierno multipartidista y con el desafío de contener un abultado déficit fiscal y crecientes índices de homicidios.
A sus 38 años de edad, Alvarado recibirá la cinta presidencial de manos de Luis Guillermo Solís, de quien es allegado y en cuyo mandato fungió como ministro de Desarrollo Social y de Trabajo.
Confirmaron su presencia al traspaso de mando los presidentes de Bolivia, Evo Morales; Ecuador, Lenín Moreno; El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; Guatemala, Jimmy Morales; Panamá, Juan Carlos Varela y República Dominicana, Danilo Medina.
La delegación estadounidense estará encabezada por el secretario de Trabajo, Alexander Acosta.
El próximo mandatario tendrá el desafío de impulsar su agenda de gobierno con una bancada limitada en la Asamblea Legislativa (Congreso), de apenas 10 de los 57 diputados.
El gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC, centroizquierda), de Alvarado, será la tercera fuerza legislativa detrás de sus opositores Liberación Nacional (PLN, socialdemócrata) con 17 curules y Restauración Nacional (RN, evangélico) con 14.
Ante ello, Alvarado conformó un gabinete de gobierno de unidad nacional que incluye un abanico de fuerzas políticas, incluso los opositores PLN, el Partido Unidad Social Cristiana y el izquierdista Frente Amplio (FA).
“Este gabinete de unidad nacional es un experimento, algo que nunca se ha hecho (en Costa Rica), y los experimentos pueden ser exitosos o un fiasco”, advirtió el analista político independiente Jorge Vega.
Presión fiscal
Sin embargo, no hay indicios de que los partidos representados en el gabinete vayan a garantizarle votos al gobierno de Alvarado en la Asamblea Legislativa.
“Parece loable el intento del presidente de incluir a figuras de otros partidos como muestra de querer trabajar con todos, (pero) dudo mucho que eso se traduzca en apoyo en la Asamblea Legislativa, donde otros partidos van a querer distinguirse del gobierno”, comentó Vega.
Alvarado señaló como su prioridad legislativa la aprobación de una reforma fiscal para contener el déficit en las finanzas públicas de 6,2% del PIB, que tiende a crecer por la acumulación de deuda para hacerle frente a los gastos del gobierno.
Los últimos cuatro gobiernos costarricenses fracasaron en su intento de hacer tal reforma, aunque Alvarado confía en que ahora hay consenso en torno a la urgencia de aprobarla.
“El incentivo para llegar al acuerdo (de reforma fiscal) es el apremio de la situación, pero también la voluntad expresa de muchos sectores de la política nacional”, dijo Alvarado en una entrevista reciente con AFP.
Costa Rica ha mantenido un crecimiento estable los últimos años en alrededor de 3,5%, pero no ha logrado reducir el desempleo, de cerca de 10%.
Al mismo tiempo, vive un incremento de la violencia homicida, que en 2017 llegó a 603 asesinatos, un promedio de 12 por cada 100.000 habitantes, un nivel considerado como epidemia por la Organización Mundial para la Salud.
Con esos desafíos en el horizonte, el presidente electo tiene a su favor su capacidad de articular acuerdos con todos los sectores políticos.
“Alvarado se mostró abierto a escuchar, con posiciones equilibradas, se presenta como alguien que busca crear un ambiente armonioso para negociar”, opinó Vega.
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